1º Los másteres oficiales están regulados por la AENECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación), que depende del Ministerio de Educación y están homologados en los países que representan el Espacio Europeo de Educación Superior, mientras que los títulos propios se aprueban por las universidades y tienen un procedimiento normativo más flexible.
La ausencia de burocracia, permite más rapidez a la hora de poner en marcha los títulos propios. En las universidades tienen contacto con las empresas, y ellas son las que les informan de los perfiles profesionales que demanda el mercado.
2º Los títulos propios se ponen en marcha por iniciativa de los propios docentes, que diseñan los programas y su implementación, mientras que los másteres oficiales deben ser impartidos por personal universitario.
3º Los másteres oficiales están orientados a perfiles que se quieran dedicar a la investigación, ya que es un requisito previo para cursar un doctorado, y esto puede hacerse en cualquier país de la Unión Europea, ya que cumpliría los requisitos del Plan Bolonia. Pero en las empresas privadas, normalmente no se suelen tener en cuenta si los másteres son oficiales o propios.
4º A la hora de presentarse a concursos o concurso-oposición de la Administración Pública, los oficiales puntúan más al estar catalogados como postgrado, mientras que los propios se consideran formación continua.
5º Otra diferencia fundamental es que sólo los estudiantes de másteres oficiales pueden optar por las becas generales del Ministerio de Educación, aunque la mayoría de títulos propios cuentan con programas internos de ayuda.
6º En los precios de la matrícula, los oficiales están sujetos a tasas fijadas por el Ministerio y las CCAA, mientras que en los propios los fijan las universidades y suelen ser más caros, debido a que se autofinancian.
Una vez vistas las diferencias, en caso de querer continuar con la formación una vez acabada la universidad, esto servirá de ayuda para ayudar a decantarse por una u otra opción.
