Durante cientos de años la riqueza productiva de cualquier sociedad se basaba en el trabajo en el campo. Sin embargo, este modelo empezó a cambiar hace 300 años con la Revolución Industrial. Este cambio trajo consigo la producción en cadena, el traslado de la población a las ciudades, la estandarización, etc.
Actualmente seguimos en continuo cambio, existiendo importantes cambios en las estructuras de las empresas. Las principales características que se están imponiendo son:
1. Nueva estructura organizativa: organización Horizontal. Cada vez más empresas abandonan funciones no esenciales o periféricas y se centran en la actividad clave del negocio (se subcontratan diversos negocios). De esta forma, se agilizan muchos procesos (contabilidad, contratación de personal, etc.). También se fomenta la delegación y descentralización, se suavizan los niveles jerárquicos y se potencian la iniciativa del trabajo en equipo y la comunicación.
2. Importancia de los Recursos Humanos: el personal se ve como un recurso importantísimo en el que hay que invertir para su desarrollo y motivación, lo cual incidirá en una mayor eficacia, competitividad y calidad en el producto. El/la trabajador/a deja de ser un coste al que hay que sacarle el mayor rendimiento posible, para convertirse en la mayor riqueza de la empresa.
3. Calidad total: se trata de ofrecer en cada momento lo mejor y al menor coste posible, teniendo en cuenta a los/as consumidores/as y a la mejora del producto y de la empresa.
4. Servicio al cliente: actividad que tiende hacia la satisfacción del cliente, anticipándose incluso a las necesidades que pueden tener (productos personalizados, horarios adaptados al cliente, servicios a domicilio, etc)
5. Innovación tecnológica: la capacidad de comunicación sin fronteras trae consigo cambios en las organizaciones, por ejemplo, se eliminan puestos de trabajo y aparecen otros nuevos.
6. Responsabilidad social de la empresa: entre otras, la responsabilidad ética y moral; incluyendo siempre el medio ambiente.